Durante dos semanas he tenido oportunidad de hablar con una treintena de editores respecto a sus próximas novedades editoriales. Al margen de las entrevistas, realizadas para el programa de radio VIAJE A ITACA, he preguntado a todos sobre el libro electrónico, soporte que, me temo, dará que hablar en 2009.
Y me ha dado la sensación de que hay dos visiones diferentes en torno a este formato y no se acaba de ver claro en qué consiste, qué implica y hacia dónde se dirige.
Lo único en lo que se está de acuerdo es que debe ser un soporte opcional pero, en ningún caso, sustitutorio del soporte en papel. Vale, no es poca cosa, pero no es suficiente para valorar lo que se nos viene encima, el terrible error que puede suponer invertir demasiado en la edición y promoción del ebook y las variables que, a la larga, pueden desembocar en una nueva crisis que afecte, esta vez de verdad, al sector editorial.
En casos como el que tratamos, no basta con un estudio de mercado (se hacen centenares y casi nunca se acierta), ni con un análisis DAFO, ni con ejercicios de prueba a través de páginas web... Se trata de analizar pros y contras teniendo en cuenta que las nuevas tecnologías son un avance, pero también un peligro (cualquier archivo en formato digital se puede clonar sin pérdida de calidad -de eso saben mucho, desgraciadamente, las compañías discográficas y videográficas-), las redes P2P siguen siendo legales (y que sigan así) y mucha industria depende aún de la venta de libros "físicos" (sí, es menos ecológico, pero díganle eso a los fabricantes de papel, a los impresores, a los distribuidores, a las empresas de almacenaje, a los libreros...).
No quiero un futuro en el que no pueda disfrutar de un buen libro impreso, de su tacto, de su olor, de descubrir algo nuevo con cada desplazamiento de página... No quiero perder los detalles de las ilustraciones... Y no quiero que un autor me haga una dedicatoria en una pantalla cuando tenga la ocasión de que me firme un ejemplar... Ni quiero perderme el placer que se siente al atizarle con su obra en la cabeza, llegado el caso... Ni de envolver con papel de colores el próximo regalo literario que le haré a un amigo... Ni de que los niños pierdan la ilusión de tener un objeto tan especial, un compañero de aventuras tan perfecto.
Y sí, seguiremos hablando de esto, porque toca y porque hay demasiada confusión.
sábado, 17 de enero de 2009
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